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miércoles, 7 de octubre de 2015

Algunas caricaturas de grandes músicos.

Acá va una pequeña antología de caricaturas de grandes músicos del siglo XIX. El material es vastísimo, pero al menos servirá como muestra del humor de los medios escritos, que no perdonaron víctimas ni entre sus más ilustres contemporáneos.

En el dibujo de la izquierda aparece el compositor francés Hector Berlioz, cuyo título es Berlioz dirige una orquesta de cañones, de Andrea Gaiger. Esta imagen alude a un concierto gigante realizado el 1 de agosto de 1844, en el que intervinieron cerca de mil músicos, con veinticuatro cornos y veinticuatro arpas (!) Ante semejante monumentalidad, las mofas no se hicieron esperar.



Tenemos a la derecha a Franz Liszt, quien fue blanco favorito de un gran número de sátiras de la época, las que iban dirigidas tanto a su manera virtuosa de interpretar el piano como a su indumentaria -especialmente cuando se convirtió a sacerdote en sus últimos años-. Acá, el dibujante A. J. Lorentz lo muestra en su visita a Hungría, su tierra natal, en el año 1840. La gran espada que aparece fue, en efecto, un regalo que seis magnates pusieron en sus manos como gesto de honor. Tan pomposo fue el recibimiento en la ciudad de Pest, que la prensa comparó a Liszt con la fama de las bailarinas de la época -con toda malicia-.







A la izquierda tenemos un ejemplo bastante curioso: una estatuilla de Giuseppe Verdi por Dantan Jeune, artista francés, realizada en 1866. Acá se muestra al compositor como un león sentado frente al piano, con la cola entre las piernas; con una pata toca el teclado, mientras que con la otra escribe óperas. A Verdi le pareció realmente simpática, y decidió llevársela a su casa de Sant'Agata. Lo que el músico probablemente no sabía era que en francés, en argot "queue" (cola) significa "pene".





A la derecha, un dibujo de C. V. Grimm del año 1879 representa a Richard Wagner como Sigfrido, el héroe de su tetralogía El Anillo del Nibelungo. Tras matar al "dragón de las críticas"(kritik, como se lee en el hocico del animal), se apodera del "tesoro", que son las ganancias por sus obras. Al fondo puede verse la "Villa Wahnfried", que es la casa que construyó para vivir sus últimos días, cerca de la cual está enterrado su cuerpo en la actualidad.
















Por último, tenemos a Richard Strauss, que escandalizó a los auditores en 1909 con su ópera Elektra, debido en gran medida a su tensa sonoridad y excesiva instrumentación (111 músicos exige la partitura). "Strauss no electrizó a su público, lo electrocutó", decían los irónicos comentarios de la época, que es precisamente a lo que alude la caricatura.


No hay actividad humana, por muy seria que parezca, que no merezca la risa, y, al fin y al cabo, como dice el número final de Falstaff de Verdi, "todo el mundo se burla" (si desea, puede escucharlo acá).