Portada de The Waste Land. |
Publicada en 1922, La Tierra Baldía es un texto complejo en estructura y contenido. Tomando en cuenta ciertos ritos de fertilidad, bajo el cariz de la leyenda del Rey Pescador y la búsqueda del Santo Grial, el poema es un viaje por la desolación, el caos y la tristeza. A través de sus cinco secciones, Eliot despliega un osado tipo de verso libre, donde las mezclas métricas, de rimas e incluso de idiomas -francés, alemán, italiano y hasta sánscrito-, otorgan una amalgama de fluidez, fragmentación y música; además, toma todo un caudal de la Cultura Occidental como referencia, saqueando a La Biblia, Ovidio, Dante, Shakespeare, Baudelaire, y hasta Wagner - respecto a este último, hay una parte de la tercera sección llamada Las canción de las hijas del Támesis, claro parafraseo de las hijas del Rhin de El Anillo del Nibelungo, aparte de otras citas de óperas del compositor-.
Pero, además de Richard Wagner, es bastante probable que en la base del poema exista otra influencia musical indirecta, con la que, en el último de los casos, presenta sorprendentes analogías; nos referimos a La consagración de la primavera (1913), de Ígor Stravinsky (1882-1971).
T. S. Eliot. |
Ígor Stravinsky. |
Tanto Eliot como Stravinsky basan sus respectivas obras en ritos de fertilidad, haciendo énfasis en el rostro cruel de la primavera. En el caso de Stravinsky, nos muestra la visión de un ritual, en este caso situado entre las antiguas tribus Escitas, donde la muerte de una doncella a través de la danza y el frenesí otorga la faceta cruda y salvaje. A propósito de la génesis de la composición de La consagración, Stravinsky recordaba lo siguiente:
Mientras en San Petersburgo estaba terminando las últimas páginas de El pájaro de fuego, un día -de forma completamente inesperada, porque mi espíritu estaba entonces ocupado en cosas totalmente diferentes- entreví en mi imaginación el espectáculo de un gran rito sacro pagano: los ancianos sabios, sentados en círculo, observaban la danza hasta la muerte de una joven que ellos sacrificaban para que el dios de la primavera les fuera propicio. Éste fue el tema del Sacre du printemps (La consagración de la primavera)."
April is the cruellest month, breedingLilacs out of the dead land, mixingMemory and desire, stirringDull roots with spring rain.
(Abril es el mes más cruel, hace
brotar lilas en la tierra, mezcla
memoria y deseo, remueve
lentas raíces con lluvia primaveral).
La doncella del Santo Grial, de Rossetti. |
Pero ¿es posible que Eliot haya tomado alguna idea temática directamente de la música de Stravinsky? Quien nos brinda algunas pistas es Mildred Meyer Boaz en su artículo "Musical and poetic analogues in T. S. Eliot's 'The Waste Land' and Ígor Stravinsky's 'The rite of spring'"(1980). Meyer establece conexiones que parten de hechos sustanciales; uno de ellos fue cuando Eliot escuchó por primera vez La consagración en 1921, momento en que estaba trabajando en su poema, reseñándola en el "London Letter" de The Dial (Nº 71, pág. 214). Aquí va un extracto de lo que apuntó el poeta:
Meyer sugiere una relación analógica basada en los diversos elementos que constituyen ambas obras, que van desde el uso de motivos fragmentarios, la amplitud y variedad de registros, los cambios métricos y otras configuraciones. Un ejemplo son los diferentes efectos que exige Stravinsky en las cuerdas -ponticello, pizzicato, armónicos, glissandi, etc.-, y los diferentes "tonos de color" que aparecen en pasajes del poema de Eliot, como en la superposición de distintas voces hablantes dentro de una misma sección.En todo en La consagración de la primavera, excepto en su música, uno perdía la sensación del presente. Que la música de Stravinsky sea permanente o efímera no lo sé; pero pareció transformar el ritmo de las estepas en el grito de un horno de motor, en traqueteo de maquinaria, en rechinar de ruedas, en golpe de hierro y acero, en rugido de tren subterráneo, y en los bárbaros alaridos de la vida moderna; y transformar esos ruidos desesperados en música.
Stravinsky y T. S. Eliot. |
A la muerte de T. S. Eliot (1965), Stravinsky compuso un canto de requiem para coro en su homenaje, el cual se puede escuchar por acá.